Si tienes la suerte de haber adquirido un apartamento en La Manga Club, ya habrás descubierto mil y una maravillas a tu alrededor: bellos paisajes, impresionantes construcciones arquitectónicas o delicias gastronómicas propias de la región murciana. Entre estas delicias, seguro, está la mojama o recetas singulares como la cazuela empanada de melva y quizá no sepas que, detrás de estos productos estrella, se esconde una tradición milenaria. Hablamos de la almadraba, un arte de pesca que ha ido desapareciendo en España pero que aún se conserva en el entorno de La Azohía cartagenera y en la provincia andaluza de Cádiz. Y es que existen pescadores comprometidos con el medio ambiente que siguen prefiriendo esta técnica selectiva y sostenible vinculada a la migración de los atunes desde el océano Atlántico al mar Mediterráneo. Un laberinto de redes próximo a la costa, entre abril y junio, es todo lo que necesitan para hacerse con los ejemplares respetando escrupulosamente la pervivencia de las especies.
La palabra ‘almadraba’ proviene del griego ‘mandrague’, concretamente de ‘mandra’, que significa parque, y ‘aqua’ o agua. Los árabes transformaron el término hasta llegar a la denominación actual de almadraba, con el significado de lugar donde se golpea o se lucha. Las primeras referencias sobre esta arte de pesca se remontan a tiempos de Aristóteles, Plinio y Estrabón, porque ya la empleaban hace más de 3000 años los fenicios, griegos, cartagineses y, más tarde, los romanos. Muestra de ello son los restos arqueológicos localizados en varias ramblas situadas en las proximidades de la Azohía. Tiempo después, en el siglo XVI, se construyó la torre de Santa Elena, armada con dos cañones para combatir las frecuentes ofensivas de piratas berberiscos. Y es que tras la conquista cristiana, la inestabilidad se apoderó del mar, lo que motivó que muchos pescadores abandonasen la almadraba y solo unos pocos valientes siguieran arriesgándose por la captura del atún rojo a gran escala.
A pesar de las dificultades, muy cerca de tu apartamento en La Manga Club sigue viva esta tradición de la almadraba, que se compone de un conjunto de redes, cadenas, cables, cabos y anclas que se distribuyen en cinco partes diferentes —el cuadro, la legítima, el copo, la rabera de tierra y la rabera de fuera— para interceptar a los atunes en su migración al Mediterráneo. Las raberas son paños de red colocados perpendicularmente a la línea de costa que actúan como barrera para dirigir los peces y acabar izándolos a las embarcaciones. Hablamos de una pesca artesanal y respetuosa con el medio ambiente que, al realizarse muy cerca de la costa, supone la captura de menos ejemplares, mientras los agujeros de las redes sirven de segundo filtro al dejar atrapados solamente a los peces más grandes. Por si fuera poco, las capturas llegan al barco aún vivas, lo que permite una nueva selección para descartar piezas pequeñas o inservibles para la venta. Los atunes rojos pueden llegar a pesar unos 200 kilos pero los pescadores de almadraba también buscan otras especies, como la melva, la albacora y la seriola o pez limón.
Si nos remontamos a mediados del siglo XIX, en España existían más de treinta almadrabas en Murcia, Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, Islas Baleares y Ceuta pero la reducción de capturas y sus altos costes de explotación ha supuesto su declive y esta arte de pesca solo pervive en las inmediaciones de La Azohía, en puntos como la impresionante Isla Plana, y en Cádiz. En campañas como la de 2016, en la costa cartagenera se pescaron más de 107.000 kilos con esta técnica que generaron un valor económico de más de 375.000 euros. La Almadraba de La Azohía aparece reflejada en el Anuario de Pesca desde el año 1866 y genera unos 20 empleos directos durante seis meses al año.
Sin duda, estamos ante mucho más que un arte de pesca ya que la almadraba se ha convertido en una tradición milenaria de incuestionable interés histórico que podrás descubrir a un paso de tu apartamento en La Manga Club. Entre los meses de abril y junio, verás cómo aún quedan pescadores que apuestan por los usos de antaño para respetar las especies y que el proceso de llevarlas a nuestra mesa sea responsable y sostenible. Y lo más importante, si quieres hacerte con estos ejemplares, has de saber que deben ir cumplidamente etiquetados y dejar muy claro que proceden de la pesca artesanal de la almadraba. Si prefieres que te los preparen, ¡no dudes en demandarlos en los mejores restaurantes que rodean tu propiedad en La Manga Club!
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